Por Kattia Castañeda.
Poco más de 40 familias de “cocheros” que viven en la «ciudad amarilla» y dependen del turismo en las calesas, han comenzado a obtener recursos, luego de quedarse siete meses sin empleo tras la pandemia del nuevo coronavirus, COVID-19.
Tras la reactivación económica en el Estado, los 26 socios y sus empleados llamados «martillos» generan poco a poco sus ingresos, después de meses de encierro y sin ver turismo en las calles.
La pandemia generó que las familias del pueblo busquen otras maneras de subsistir; unos contaron con “suerte” y otros perdieron incluso el material o herramienta de trabajo. En el caso de los caleseros, sus caballos, ya que el alimento no es barato.
David Canto Velázquez, secretario de actas de la asociación de cocheros de Izamal, contó que les fue muy mal durante la pandemia, pues no tenían dinero para alimentar a los caballos, lo que les resulto imposible mantener sin realizar viajes dentro del municipio.
“Ahora sí que no había subsidio por parte de nadie, no recibimos ningún apoyo, ni del presidente municipal y mucho menos del Gobierno del Estado”, dijo.
Agregó que ellos vieron la forma de cómo alimentar a sus animales para resistir unos meses más, sin embargo, la extensión de la pandemia y las pocas condiciones laborales los llevaron al extremo de sus recursos.
“Hay algunos de los socios que no tuvieron los recursos necesarios para mantener la alimentación de sus caballos a tal grado que estos se les murieron, nos fue bastante mal, hasta que ahora abrieron las puertas de los municipios y la entrada del turismo y nos estamos defendiendo”, añadió.
Canto Velázquez explicó que hace una semana, el Gobierno del Estado les otorgó algunos bultos de alimento para los caballos y con ello están sobreviviendo. Aún así, mencionó que, si alguien desea apoyarlos, ya sea de manera económica, con comida o en medicamentos, será bien recibido. Los pueden localizar a un costado de la plaza principal a partir de las siete de la mañana, hasta las siete de la noche, todos los días.