Por Luis R. Castrillón
Hace unos 30 años Tony Peraza convirtió su talento para el arte gráfico en una herramienta para estar pinche y pinche, terco en cada trazo, esas “burbujas” que las personas públicas aman crearse para flotar entre la sociedad.
El propósito ha sido exhibir sus presunciones, errores y engaños. Sacarlos de esa mistificación en las que el resto equivocadamente los ponemos y pasarlos de esas esferas a dejarlos en pelotas… socialmente desnudos, es decir.

Recurriendo a la caricatura y al sarcasmo como placebos para una personalidad de la que no puede escapar -ni a sí mismo se perdona- el monero yucateco es como una desfibradora de la realidad que muestra los hilos por lo más delgado y nos avisa en lenguaje de la red: amigo date cuenta… vives en el engaño.
Como si fuera a tuitazos, a través de una entrevista que puedes ver completa en nuestro canal de YouTube, nos deja una serie afirmaciones sobre la pandemia de COVID-19, el uso de los medios sociodigitales, el humor, la corrección política y esa insistencia en andar empelotando personas públicas:
Twitter: “se ha convertido en una lucha de cantina a punto de cerrar. Antes la obligación era ser sintético (en la época de los 120 caracteres) y podías hacer juegos de palabras, poemínimos y minicuentos. Ahora es como un Mad Max y salva tu vida, es impresionante”.
Facebook: “es un poco más dialogante. Yo siempre termino, con los haters que me caen, en buenos términos. Es como una reunión familiar y alguien ajeno se mete a opinar: el cuñado, el famoso que sabe de todo. Pero también hay espacio para que te revises a ti mismo”.
El periodismo y el cartón político: “Le doy mucha credibilidad a tener el valor de decir me equivoqué, no revisé, no corregí, me disculpo y lo remedio. Eso habla de una nobleza de la gente que hace comunicación, porque los comunicadores somos a final de cuentas responsables de administrar un derecho de la gente”.
La pandemia de COVID-19: “nos hizo sentir otra vez como especie porque nos está tocando a todos. Me parece fascinante como la ciencia ha respondido al reto. Como monero me gusta dirigir la crítica al mismo ciudadano porque en este momento no todo lo va a resolver la autoridad, sino que nosotros tenemos nuestra seguridad en nuestras manos.
Nos va a cambiar para siempre: nuestra forma de vivir, de consumir; es como si hubiésemos vivido una enorme fiesta de excesos y ahorita estamos en la cruda viendo cómo arreglar todos los muebles que se quemaron y el techo que se cayó y cómo vamos a repararlo.
El humor: “siempre nos vamos a reír de todo y el que te diga que no puedes hacerlo, eso no es cierto. Siempre lo vas a hacer; que no puedes publicarlo o enorgullecerte es diferente, y tenemos que limitarlo tal vez”.
La corrección política no está contra el humor y no hay generación de cristal: “(se trata más bien) de no hacer mofa de grupos vulnerables, de gente que no tiene la capacidad de respuesta o de erradicar esos chistes de mal gusto, que también ya estamos acostumbrados, humillando a la mujer…”.
Vacunas contra COVID-19: “hay quien está preocupado de que le pongan un chip porque van a seguirte. Van a seguirte qué, si tienes tu vida tan aburrida”.

Los políticos y la parábola del jardinero:
“De una manera sencilla: piensen en un jardinero. Estás decepcionado de un jardinero y hay una serie de jardineros que en época electoral dicen contrátame a mí, lo hago mejor, más barato y más rápido; lo eliges. Cuando ves que el jardinero se dedica a tomarse selfies, a cortar una planta y dice ‘miren estoy cortando una planta’ y corta otra y toma otra foto, tienes que empezar a sospechar que no terminará el trabajo y no está cumpliendo.
Ves que solamente está celebrando cada hoja que corta, que está viajando para decirle a otras personas lo bien que está quedando el jardín, pero no ves los cambios.
Te va a decir ‘es que no lo estoy terminando porque el anterior lo dejó mal y no lo terminaré a tiempo y te va a costar más. ¿Por qué dejaste que el otro jardinero te haga esto? La culpa es tuya así que yo voy a terminar cuando me dé la gana y quiero más varo’.
Pero nos resulta tan difícil cambiar el chip y empezar a exigir y (pensar) cómo le exigimos a una persona que es contratada por nosotros que cumpla su trabajo.
En ese punto el monero, el cartonista, es la persona que está diciendo: el señor no está trabajando. Está haciéndose al loco. Siempre vamos a ser los niños que le vamos a estar diciendo a la gente que el rey está en pelotas”.