El nido del Kau
Por William Casanova Vázquez (*)
Cuando la tómbola giraba en los dedos de los demás jugadores invariablemente caía un “Toma uno”, “Toma dos” o “Toma todo”.
Entre sus dedos de jugador novato la probabilidad del “Pon todo” era del noventa y nueve por ciento. El uno por ciento restante fue el “Todos ponen”.
Analizó esos porcentajes; concluyó que su dislexia confundió casualidad con la causalidad. El problema no era la suerte: era él y su actitud ante la vida. La brisa fresca de los últimos minutos del año 2020, le estrelló en el rostro el valor de ser la oveja negra, el Patito feo, el Lobo estepario, el Quijote en La Matrix.
Apostó el resto. El doble o nada. No le quedaba más, ni para una propina cuando llegó su turno. El altanero Índice y el servicial Pulgar le dieron media vuelta a la pirinola, en perfecta espiral. Se convirtió en un pequeño ciclón, veleidoso, misterioso.
Mientras, tras el rápido movimiento Índice terminó arrodillado ante Pulgar. Piel se unió con piel. Y frente a la pareja, el remolino bailando en un tiempo eternizado, hasta que la velocidad baja poco a poco, hasta cero.
La Ley de la Gravedad es la excepción de las leyes: no admite excepciones. Todo lo que sube, algún día bajará. Todo cae por su propio peso. Inclinó el pequeño trompo. Su mensaje frente a todos: «Bienvenido 2021«.
(*) Reportero